Gaming

Crítica de El hombre del saco (Bagman): otra reinvención del mito

Crítica de El hombre del saco (Bagman): otra reinvención del mito


Crítica de El hombre del saco (Bagman), la película de terror dirigida por Colm McCarthy con Sam Claffin y Antonia Thomas como protagonistas.

El cine de terror bebe a menudo directamente de los terrores infantiles y las tradiciones orales transmitidas durante generaciones. El mito del hombre del saco se ha explotado de muchas maneras por parte del cine reciente y, por fortuna, nunca de la misma forma. Puede utilizarse para presentar una entidad sobrenatural, como es el caso que nos ocupa, o para dar forma a miedos atávicos.

Si el año pasado se estrenaron Boogeyman y El hombre del saco, ésta última en clave de cuento de terror juvenil, ahora le toca el turno a El hombre del saco (Bagman), que apela más a los adultos y en concreto, a los padres con hijos a su cargo a los que no saben cómo proteger.

Es una cinta que cuenta con varios elementos atractivos: el primero de ellos, las localizaciones. Los bosques se convierten en el terreno natural para ocultar una misteriosa cueva y la explotación forestal de la zona, un trasfondo que va a marcar la vida de nuestro protagonista y a darle la afición a tallar madera.

Pero también hay un discurso acerca de ser fiel a uno mismo y no dejarse llevar por la corriente abandonando los sueños por miedo al fracaso, que viene a convertirse en el alimento de esa figura terrible que acecha a los “niños buenos”, con proyección de futuro y capacidad para lograr hacer realidad lo que para otros sería imposible.

Mudanza, martirio y clímax dramático

Patrick inicia una nueva vida en la antigua casa de sus padres con su esposa y su hijo pequeño. Sus ambiciosos proyectos no han llegado a buen puerto y no le queda más remedio que trabajar con su hermano en la explotación maderera familiar, mientras sufre insomnio por no poder pagar las facturas y tener el agua al cuello.

Poco tiempo después de asentarse, su hogar empieza a ser atacado cada noche. Los intermitentes cortes de luz, los golpes en las ventanas y otros sucesos escabrosos hacen que crea que su hijo está siendo amenazado por la misma figura que lo traumatizó a él siendo un niño y respecto a la cual le puso sobre aviso su padre en su momento.

 

Las visitas a la que fuera su psicóloga por aquel entonces desbloquearán ciertos recuerdos y le darán la única clave que tiene para enfrentarse a sus pesadillas y plantarle cara a ese ser que los acecha y parece estar urdiendo un plan para arrebatarle aquello que más quiere en el mundo.

Entre tanto, su pequeño comenzará a relacionarse con un inquietante amigo imaginario que parece atraerlo para raptarlo ante la desesperación de sus progenitores.

El hombre del saco es una historia rodada por el británico Colm McCarthy quien después de hacerse cargo de varios capítulos de series como Doctor Who, Sherlock y Peaky Blinders, debutó en la dirección cinematográfica con la aclamada Melanie: La chica con todos los dones.

Es su segundo largo, de apenas 92 minutos de duración, basado en un guión de John Hulme en el que ha trasladado una vivencia personal que le dejó huella en su infancia. Probablemente esa parte funciona tan bien por esa razón, por su origen real.

La película parece tener miedo de que no se entienda el mensaje, y el director no ha conseguido filtrar del todo el montaje final: a menudo recalca ideas con flashbacks que son del todo innecesarios. Pero hay otros inquietantes de verdad. sobre todo las conversaciones paternofiliales.

A pesar de que hemos visto ya toneladas de historias de “hombres del saco”, éste en particular tiene un modus operandi específico atrayendo a sus víctimas, desposeyéndolas de su confianza en sí mismas, obteniendo un fetiche primero (un mechón de cabello) y abduciéndolas por último.

También tiene su propio diseño, con su horrible bolsón de cuero de cremallera crepitante, una marioneta que usa de cebo y una guarida secreta que se erige como el gran tabú de la zona. Es un lugar en el cual, sencillamente, no hay que internarse bajo ningún concepto.

El hombre del saco es una película que tiene algunos aciertos mayúsculos: por una parte, abundar en los miedos propios de la maternidad/paternidad, por otra poner en valor a las personas con iniciativa, por más que hayan tenido mala suerte en la vida y por otra generar secuencias de tensión bastante reseñables.

Además, esquiva el clásico problema de este tipo de historias: el héroe es falible, pero valiente y obtiene crédito de su entorno, puesto que sus familiares, amigos y autoridades le creen y apoyan.

Por otra parte, acude a ciertos leit motiv del género que están muy desgastados: la clásica ya explicación del origen del mito, el trauma infantil reflejado en dibujos escabrosos, la figura de la terapeuta, los muñecos-tótem ultrafeístas…  Y también los estallidos de audio de rigor.

En algunos aspectos, entra en terreno muy trillado pero se ampara en buenas interpretaciones y personajes con los que se puede empatizar porque no suelen tomar decisiones estúpidas y, cuando se equivocan, al menos es haciendo gala de una humanidad reconcible.

¿Su parte más débil? Un desenlace que no consigue el impacto necesario para hacerla memorable. Pero, con todo, El hombre del saco es una propuesta de cine de terror honesta desde su sencillez.

VALORACIÓN:

Pocos mitos han despertado tanto interés como el de “el hombre del saco” en los últimos tiempos. La película se distancia de otras producciones de la misma temática creando un universo propio, pero cae en la trampa de parafrasear cintas terror archiconocidas. Con todo, tiene elementos atractivos que la hacen especial y, a su manera, disfrutable.

LO MEJOR:

Sam Claffin trabaja muy bien y transmite vulnerabilidad pero también arrojo a la hora de enfrentarse a sus demonios.

LO PEOR:

La película no puede evitar echar mano a un puñado de clichés: traumas infantiles, marionetas siniestras y audios explosivos para generar jumpscares.



Source link

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *