Robert De Niro protagoniza su primera gran serie a los 81 años en un thriller político sin política que se diluye en su propia neutralidad.
Un presidente de los Estados Unidos cabal, pacificador, amable y con altura de Estado. Un hombre respetado, un líder amado por unos y por otros en un equilibrio que ya es ciertamente utópico. No podía ser realidad; es la ficción de Día Cero, la nueva miniserie thriller de Netflix.
Entretenidos por el renacido despotismo con el que ha abierto los ojos el 2025, la gigante del streaming estrena la primera gran serie que protagoniza el doblemente oscarizado Robert De Niro en el papel del expresidente George Mullen.
Acompañado de Jesse Plemons (Breaking Bad), Lizzy Caplan, Connie Britton o Dan Stevens, entre otros, el reparto representa solidez suficiente como para soportar los tropiezos de su guión.
Día Cero (Zero Day en la versión original, el guiño al ataque con malware) nos enfrasca en medio de una catástrofe tecnológica: Estados Unidos recibe un ciberataque a gran escala que provoca el absoluto desastre del que ahora es conocido, precisamente, como «día cero».
Miles de personas pierden la vida ante la caída de las redes aéreas o el control del tráfico, provocando una crisis en el Gobierno dirigido por la Presidenta Mitchell (Angela Basset). Una líder mujer, negra y con un apellido que en ningún caso nos recordará a cierta ex primera dama estadounidense. Por seguir el órdago de la utopía.
El expresidente Mullen asumirá la responsabilidad de dirigir la comisión de investigación del ciberataque para desentrañar su origen ante la amenaza de una repetición. Un seudo «whodunit» en el que pivotará la manida fijación geopolítica de los rusos, las teorías de la conspiración y su factor diferencial: la extraña demencia de su protagonista.
Mullen ve cosas que no están ahí, acercando al personaje en espíritu a los conspiracionistas contra los que también se enfrenta. Salpicando su trama de investigación, la serie tratará de arañar en la ofuscada mente del expresidente para descubrir el origen de sus alucinaciones y el ataque.
Sobre el papel es una propuesta impecable para Netflix: un reparto espectacular, dirigida con experiencia (Lesli Linka Glatter, de Homeland o Twin Peaks) y un tema de tan rabiosa actualidad como las conspiraciones y la política norteamericana. Pero falta lo más importante: la ejecución.
No haces una tortilla sin romper algunos huevos
Día Cero camina de puntillas sobre la realidad. No quiere ser arriesgada ni atrevida; explota los mismos temas que hacen viejas a las tramas políticas procedimentales sin salirse del renglón. Una serie política que evita desesperada y paradójicamente la política.
Como ya veis, la trama aborda problemas que hacen palpitar el 2025: el auge de la desinformación, la injerencia tecnológica en la democracia, la polarización de la sociedad o los agitadores de masas.
La actualidad está presente, pero como un mero trampantojo. El resultado es un thriller genérico con ligeros aportes procedimentales (contaron con el asesoramiento de Eric Schultz, que asesoró a Barack Obama durante su mandato), pero sin la profundidad ni la valentía que la separa de una obra notable.
Navegando por su neutralidad pivotan sus estrellas, con un siempre efectivo De Niro acompañado por la brillante ambigüedad de Jesse Plemons. Pero sus personajes son demasiado artificiales, pulidos hasta hacerlos tan asépticos que lejos de incomodar, sólo están. Problemático para un thriller político.
El expresidente Mullen es el mayor representante de su timidez. Es el último gran líder de la nación de naciones, capaz de unir al país en su momento más aciago, pero del que no sabemos absolutamente nada sobre sus implicaciones sociales o sus políticas.
Un discurso de puro idealismo made in Hollywood: un hombre tan íntegro y honesto que sacrifica su integridad por el bien de ese país que espera su liderazgo como los pastores a la estrella polar. Y, aún por repetición, seguirá siendo funcional al caer sobre los hombros de un sobrio Robert De Niro.
No hay ninguna secuencia que perdure, ni consigue destacar en términos visuales. A pesar de su evidente falta de identidad, la tensión crece con el paso de los episodios sólo para llegar a un final que completa un cuadro poco memorable.
Si vamos dando pasos alejándonos de la condición política en la que series como The Diplomat o House of Cards han sido bandera de la plataforma, Día Cero gana enteros. Porque la puedes ver. Y la puedes disfrutar. Pero me encantaría que fueras capaz de hablar sobre ella dentro de un par de meses… y creo que no lo serás.

Día Cero está atrapada entre dos mundos. Quiere ser un thriller político, pero no se arriesga a meter sus manos en la reflexión. Propone un drama de personajes, pero los protagonistas sólo arañan la superficie apoyados por la experiencia. Ofrece entretenimiento, pero no tiene ni la valentía ni la energía para destacar.
El timing era espectacular para ser ambiciosos. Al final, la nueva miniserie de Netflix completa un contenido interesante para la plataforma, pero que se queda a las puertas del éxito absoluto con unos ingredientes que le permitían alcanzar la cima.
VALORACIÓN:
Día Cero es un thriller político que evita la política y se pierde en su propia tibieza. A pesar de un reparto fantástico, la falta de riesgo y profundidad la condenan al olvido.
LO MEJOR:
El reparto, destacando Robert De Niro y Jesse Plemons que elevan un thriller político que, aunque aséptico, mantiene la tensión.
LO PEOR:
Su obsesión por la neutralidad la vuelve desesperadamente poco memorable.