Flow, un mundo que salvar se ha alzado con el Óscar a Mejor película de animación en 2025, superando a Del revés 2 de Pixar y Robot salvaje de DreamWorks.
En el repaso que hice a todas las películas de animación nominadas este año a los Premios Óscar, ya expliqué algunos de los aspectos principales por los que creía que Flow, un mundo que salvar (2024) merecía ser uno de los largometrajes en llevarse el galardón este 2025, pero la cinta de Gints Zilbalodis tiene todavía más cualidades a destacar y me gustaría empezar por la más evidente.
Mediante este galardón, la Academia demuestra que existe un cine animado más allá del mainstream, poniendo el foco sobre la cinta con menor presupuesto de las nominadas, hecha por un cineasta prácticamente anónimo fuera de Letonia, con lo que se aleja de la tendencia que ha seguido en los últimos años.
Siempre ha existido una predominancia de Disney y Pixar en los Óscar de animación, y pocas son las veces en que la Academia ha sorprendido ofreciéndole el galardón a otros estudios, aunque quizá esta inclinación esté empezando a cambiar.
Tras contados ejemplos que se desviaran de la máxima Disney/Pixar, el año pasado Hayao Miyazaki se llevó su segundo Óscar con El chico y la garza (2023), y el anterior triunfó Pinocho de Guillermo del Toro (2022). Y, aun así, aquellos nombres estaban lejos de ser menores en la industria.
Este año, frente a la feroz competencia que ofrecían títulos como: Del revés 2 (Inside Out 2) de Pixar, Robot salvaje de DreamWorks o Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas de Aardman, Flow, un mundo que salvar ha logrado imponerse, llegando incluso a superar a la propuesta en stop-motion austríaca Memorias de un caracol.
Este es un gran año para celebrar el cine independiente debido a esta victoria con la que la Academia premia por primera vez a una película de animación hecha con tan sólo 3,5 millones de dólares, realizada por tres estudios que todavía no se habían llevado ninguna estatuilla en ediciones pasadas: Dream Well Studio, Sacrebleu Productions y Take Five.
Las claves de Flow: un gato y cero diálogos
Parte del secreto del éxito de esta cinta se encuentra en su capacidad para conectar con todo el mundo al narrarnos su historia sin palabras. Gints Zilbalodis ya lo hizo en su largometraje anterior, Away (2019), y repite la fórmula en Flow.
Gracias a ello, da igual tu lengua, da igual tu edad, podrás adentrarte en la cinta sin esa posible barrera idiomática y centrarte tan sólo en las emociones, en sus personajes, elegidos con cuidado para ser entrañables.
En lugar de darnos a protagonistas de raza humana, Flow nos traslada a una suerte de mundo apocalíptico tan sólo habitado por animales, en el que un gatete negro con miedo al agua se convierte en el timonel de una barca a la que se suman otras especies con tal de sobrevivir a la inundación que arrasa el globo.
Ninguna de estas características ha sido dejada al azar. Gints Zilbalodis ya tenía sentadas las bases de su largometraje desde que estrenó su corto Aqua en 2012, y siguió navegando por una historia con gran presencia animal y falta de diálogos en Away.
Hacer la cinta muda es una solución inteligente para ahorrar recursos tanto en el momento de realizar la película como a la hora de distribuirla a un mercado global, ya que con ello se consigue abaratar los costes de producción. Y aquí es donde también entra en juego el otro factor clave de Flow: Blender.
No me voy a detener demasiado a explicar cómo se utilizó Blender en la película porque le dediqué varios párrafos a ello en mi anterior artículo, pero sí quiero volver a recalcar que se trata de un sofware gratuito y que fue la única herramienta que se utilizó para llevar a cabo la cinta.
Desde la animática de Flow que sustituía a los storyboards hasta su renderizado, tan sólo se empleó Blender, permitiendo un flujo de trabajo mucho más rápido y barato que nos enseña las amplias posibilidades que existen en la industria para hacer un cine de animación lejos de los estándares habituales.
El resultado final no llega al nivel de perfección que podíamos encontrar en otras de las candidatas hechas bajo el sello de Pixar y DreamWorks, pero Flow, un mundo que salvar logra imponerse al conseguir que todos sus apartados funcionen en armonía.
Gints Zilbalodis sabe de sobra cómo suplir las carencias técnicas de la película para seguir impresionando y ofrecer el mejor resultado posible, ya sea manteniendo un plano del felino en el que se ve su reflejo para limitar los movimientos de cámara, o mostrando la reacción de los personajes al impacto de una ola para no tener que generar esa animación.
Y lo hace con tanta elegancia para que no pienses en ello, porque tu atención está puesta en el conflicto de su protagonista respaldado por un sólido guion, en la bonita iluminación o en la gracia de sus animales, no en que Flow, un mundo que salvar sea la película animada más barata en ganar un Óscar.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Henneo Magazines o Hobbyconsolas.
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