Aunque el humor es la seña de identidad del Universo Cinematográfico de Marvel, salir de esa zona de confort se antoja cada vez más necesario.
El “humor Marvel” lleva acompañando a las adaptaciones de los cómics de la Casa de las Ideas desde tiempos inmemoriales: incluso antes de que naciese el Universo Cinematográfico de Marvel, en sagas como X-Men.
Este toque de comedia, que a veces llega en momentos inadvertidos, tiene su origen en los propios cómics, aunque quizá no es tan exagerado como en cine y series.
Uno de los problemas del Universo Cinematográfico de Marvel es que han tomado esa cualidad de los cómics y, siguiendo el manual hollywoodiense del “más es mejor“, lo han elevado a la enésima potencia. Naturalmente, Marvel se ha topado con la vieja máxima de “lo poco gusta y lo mucho cansa“.
Es una estrategia arriesgada, sin duda, pues el humor Marvel hay que saber calibrarlo y, dicho sea de paso, no todos los personajes o grupos se benefician de su presencia. Te puedes partir la caja con una película de Guardianes de la Galaxia, pero Taika Waititi demostró que el mismo tono resulta divisivo con Thor: Ragnarok y Thor: Love and Thunder.
Y no hablemos de esa fase de “Bro Thor” a lo El Nota en El gran Lebowski en Vengadores: Endgame, que te puede hacer gracia por lo inesperado, pero al momento es fácil pensar “pero ¿esto qué es?“, al ser conscientes de la crisis universal que hay en juego.
La zona de confort no siempre es espacio seguro
El Universo Cinematográfico de Marvel tiene ya 17 añitos, y cumplirá la veintena en 2028, coincidiendo con el aniversario de Iron Man. En todos estos años, hay pocas producciones de la Casa de las Ideas que se hayan atrevido a salir de esa zona de confort que proporciona el humor Marvel.
Un ejemplo reciente lo tenemos en Daredevil: Born Again, una serie que abandona no solo la predilección por el “chiste fácil“, y muchas veces inoportuno, sino que adopta un tono mucho más oscuro, como el de su predecesora, la serie Daredevil de Netflix.
Matt Murdock es un buen ejemplo de por qué el humor Marvel no funciona siempre, y lo vimos bien en She-Hulk: Abogada Hulka, donde el personaje encarnado por Charlie Cox aparecía desdibujado en todos los sentidos.
Hay personajes en los que las dosis de humor deben ir con cuentagotas, o incluso desaparecer, para que funcionen a pleno rendimiento, y es algo de lo que Marvel parece darse cuenta muy pocas veces.
El ejemplo de Andor como ruptura con lo convencional
Otra franquicia de Disney tiene un ejemplo muy claro de cómo romper con lo establecido puede llegar a ser un revulsivo muy necesario. Me refiero a Star Wars y, más concretamente, a Andor, claro, serie que acabamos de completar en Disney+.
El mayor referente en Star Wars son los Jedi, los Sith y los combates con sables de luz, pero no verás nada de eso en la serie precuela de Rogue One: Una historia de Star Wars. Hay un guiñito a la Fuerza, pero poco más.
Tony Gilroy entendió que no se puede hablar de una galaxia inmensa con “decenas de miles de sistemas estelares” si resulta que siempre contamos cosas sobre lo mismo y con los mismos personajes.
Andor ha demostrado que hay Star Wars más allá de los clichés tradicionales de la franquicia, aunque haya gente despotricando de que “esto no es Star Wars“, porque hacer que el Imperio dé miedo de verdad más allá de la Estrella de la Muerte es algo que no son capaces de concebir.
Marvel Studios ha intentado romper con su zona de confort, eso lo hemos visto, pero siempre caen en la trampa de retomar el chascarrillo. A ver si, con suerte, Daredevil: Born Again es un primer paso para una auténtica variedad tonal que también dé cabida a un enfoque más maduro.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Henneo Magazines o Hobbyconsolas.
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