Crítica de The Ritual, otra película de exorcismos que no consigue ofrecer nada nuevo

Crítica de The Ritual, la película de terror dirigida por David Midell con Al Pacino, Dan Stevens, Ashley Greene y Abigail F. Cowen como protagonistas. Estreno el 6 de junio.

Parece mentira que la película The Ritual se base en el caso real que inspiró El exorcista. Media más de medio siglo entre la producción de 1973 y esta cinta, muy poco inspirada, que no es que no consiga igualar las sensaciones que aquella nos produjo, sino que no consigue ni hacernos cosquillas.

Si la narración de William Friedkin nos puso los pelos de punta, con su tétrica atmósfera y su icónica banda sonora que pasó directamente al Olimpo del cine en letras de oro, fue porque aportó muchas novedades y supo desconcertar a la audiencia. Era una de esas películas que se te metían entre la piel y la carne y te hacía tener pesadillas.

Pasado el tiempo, los espectadores ya están muy curtidos y han tenido tantas experiencias audiovisuales “de exorcismos” que es difícil no ya sorprender, sino ofrecer algo nuevo máxime cuando ya conocemos la historia y sus ingredientes principales porque los hemos visto desarrollados en una ficción más libre aún que ésta.

¡Sal de ese cuerpo!

Emma Schmidt es una joven poseída por una entidad demoniaca implacable que ha estado socavando su salud hasta dejarla en un estado muy precario. Su última oportunidad para sobrevivir no pasa por las manos de ningún médico: solo pueden ayudarla dos pastores con pasados muy distintos.

Uno de ellos, el padre Theophilus Riesinger, es un veterano de firmes convicciones y férrea voluntad de ayudar a Emma. El otro, Joseph Steiger, es un joven sacerdote que atraviesa una crisis de fe y lucha a diario contra sus dudas. Y no tiene nada claro que un exorcismo vaya a salvar a la pobre Emma.

Juntos y con la ayuda de las hermanas de la congregación, tendrán que emplearse a fondo para tratar de recuperar a la muchacha, consumida por su ávido huésped. Los métodos de Riesinger son expeditivos y no duda en atarla para evitar que se haga daño a sí misma o hiera a alguien más.

Pero la presencia que la acecha es poderosa y consigue zafarse poniendo a prueba sus creencias, su cordura y su integridad física. Libran una batalla contra el mal y deben mantenerse firmes hasta el final.

El problema de The Ritual es que da la sensación de no tener voluntad de siquiera intentar hacer algo distinto. No hay una apuesta ni en lo que se refiere a la estética, ni a la puesta en escena, ni a los elementos identitarios de la película que se desligue ni un ápice de una producción estándar de terror: mucha cámara temblorosa, una foto parduzca poco atractiva y golpes de audio constantes.

Es decir, está todo lo que tiene que estar: buenos actores como Al Pacino y Dan Stevens que hacen lo suyo, las hermanas parecen estar dispuestas como escudos humanos para recibir y la paciente exorcizada se retuerce de maravilla con efectos especiales dignos al servicio del show, pero sin embargo el conjunto sabe a poco, es soso, no luce ni deja huella.

Ni aterra por su verosimilitud y proximidad a la realidad (Al Pacino de cura convence regular y la documentación de la película no parece demasiado exhaustiva si tenemos en cuenta de que ella debería tener unos 46 años) ni consigue elevar las pulsaciones del respetable con los abundantes y estandarizados sustos de manual.

Y no será porque no eche mano de un variado repertorio de imágenes truculentas de rigor, jugando más con el asco que con el miedo. La forma también resulta laxa, con una enumeración de rituales que nos llevan a asomarnos al deterioro de Emma, sin generar demasiada empatía hacia su historia. Nunca sentimos que esté en peligro real, porque todo está trilladísimo.

En líneas generales The Ritual es una película a la que le falta arrojo pero también imaginación y textura. No consigue meterse en el barro, ni despertar asombro. Se olvida deprisa y no deja poso.

Ni siquiera cuando se apoya en fotos reales en el desenlace llega a generar inquietud o curiosidad. Y eso es casi lo peor que se puede decir de una película destinada a todo lo contrario.

Es una ocasión perdida que echa por tierra una idea bien atractiva sobre el papel como es contar la historia real que inspiró El exorcista… pero también una ficción sobre una de las posesiones más extensamente documentadas del siglo XX y plagada de aspectos inquietantes. Honestamente no parecía difícil hacer algo un poco más atractivo.